DEFICIENCIAS QUE COBRAN VIDAS
DEFICIENCIAS QUE COBRAN VIDAS
Erika Canales es enfermera en el Hospital General de Tiquisate, un pequeño municipio situado en el departamento de Escuintla, en donde el sistema de salud muestra diversas deficiencias. Por quince años, Erika ha sido testigo de las consecuencias de estas; pero muy aferrada a su fe, afirma que le ruega a Dios cada día que la situación mejore.
Eran las 6:40 de una mañana de noviembre y los rayos de sol ya empezaban a calentar el pueblo. Toqué la puerta de la casa de Erika. Es una mujer de baja estatura, de cuarenta y tres años, alegre y amable; aunque podría considerarse como su mayor característica su deseo por ayudar a los demás. Ella al verme, salió inmediatamente, me regaló una cálida sonrisa y después de un breve saludo por parte de ambas, sacó su moto del garaje, cerró la puerta de su casa y me indicó que subiera al vehículo.
-Vámonos, debemos estar antes de las 7:00, para ponernos el uniforme- dijo.
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Foto por: Fenanda Berganza- Erika Canales, enfermera en el Hospital General de Tiquisate, Escuintla.
Debido a que la época escolar ya finalizó, las calles se encuentran bastante vacías, el trayecto en moto es relajante, con el viento y la luz del sol de acompañantes.
Solo 5 minutos de trayecto separan la casa de Erika del hospital. Cuando llegamos, vendedores ya se encontraban en la entrada ofreciendo panes, atoles, chuchitos, gaseosas y muchas otras cosas. El lugar, si bien se veía grande, lucía un poco descuidado, con la pintura desgastada.
Al entrar, las salas de espera de todas las áreas del hospital (maternidad, pediatría, rayos x, emergencias, etc.), ya se encontraban ocupadas por varias personas. Aunque las más llenas eran maternidad y pediatría, en donde el 50% por ciento de las mujeres que esperaban su turno, eran adolescentes entre catorce y diecisiete años embarazadas o con un niño ya en brazos.
-¿El lugar siempre está así de lleno desde muy temprano?- pregunté.
-Créame que hoy hay pocas personas. Normalmente hay muchas más, la mayoría prefiere madrugar porque si vienen un poco más tarde, tienen que pasar horas esperando su turno. Ay mija, se asustó al ver a todas las patojas embarazadas, ¿verdad?- me preguntó.
-Sí, la verdad no es tan normal para mí que las señoritas tengan bebés tan jóvenes. Usted ha atendido muchos partos como parte de su trabajo, ¿qué riesgos o consecuencias, conlleva el tener a un hijo a tan corta edad?
-A esa edad el vientre de la niña no está listo para alojar al bebé, y a eso sumemosle que la mayoría no lleva una alimentación adecuada o se encuentra con índices de desnutrición. Entonces muchas veces el bebé nace muy débil o con muy poco peso; otros nacen prematuros y algunos, mueren. Y lo mismo sucede con las adolescentes, lastimosamente algunas no soportan el parto y fallecen.
El Ministerio de Salud registró en los primeros siete meses del 2018, 58 mil 639 embarazos de niñas y adolescentes. Según un informe del Observatorio de los Derechos de la Niñez, el 96 por ciento de los embarazos corresponden a adolescentes entre 15 y 17 años (56 mil 829). En el otro porcentaje se ubican niñas de entre 10 a 14 años. Además, informes del Hospital General, registran que en Tiquisate, por cada 1,000 de estos nacimientos, hay 153 muertes maternas. Esto representa un 15.3 por ciento.
El departamento de Escuintla, se encuentra en el puesto tres, entre los cinco departamentos con más índices de embarazos en adolescentes de entre 13 a 17 años. Los dos más afectados son Huehuetenango y Alta Verapaz, indica un informe de Prensa Libre titulado: “Los números de la terrible situación de las niñas madres”.
Cabe mencionar que la Ciudad Capital es el lugar con menos embarazos adolescentes. Es por eso que, para algunas personas, estos casos aún son tabús o impactantes, dignos de asombro. Sin embargo, en muchos pueblos del interior, escuchar que una adolescente está embarazada es completamente normal. Es increíble ver cómo incluso dentro de un mismo país, las culturas y maneras de pensar pueden cambiar de manera considerable según el contexto en el que vives. Aquí influyen varios factores, como por ejemplo la diferencia del nivel de educación de un pueblo y una ciudad, el nivel socioeconómico e incluso el medio ambiente.
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Foto por: Fenanda Berganza
Erika se dirigió a un cuarto donde el resto de enfermeras ya se encontraban poniéndose el uniforme. Luego de eso, mientras esperaba la llegada de los doctores, me dio un recorrido por el lugar.
El reloj marcaba las 7:15 y aún no se observaban doctores ni secretarias, incluso la oficina administración continuaba cerrada.
-¿A qué hora deben venir los doctores y el resto de los trabajadores?- pregunté.
-Se supone que las labores comienzan a las 7:00 y a esa hora ya deberían estar aquí, pero los doctores siempre llegan tarde, algunos vienen hasta las 8:00 e incluso, en el peor de los casos, a las 9:00– contestó Erika.
En la mayoría de ocasiones, las personas (incluyéndome), tienden a culpar al Estado de la deficiencia en el Sistema de Salud, pero esta problemática va a un nivel más alto. Ya que pareciera que ni aún los doctores buscan hacer su trabajo con excelencia.
No pude evitar pensar en esas personas de escasos recursos que madrugan para hacer fila y viajan en transporte público desde aldeas, dejando sus trabajos (que representan ingresos) por horas, a causa del retraso sin razón y deficiencias de algunos médicos.
El tiempo pasaba y el reloj marcaba las 8:00 cuando Erika me dijo que la acompañara, era hora de servirle el desayuno a los pacientes que estaban internados y medicados.
El desayuno consistía en un huevo, frijoles, un pan francés y una taza de café. Me pregunté si este era el desayuno adecuado para alguien hospitalizado.
Michelle Del Cid, nutricionista, afirma que del desayuno anteriormente descrito para una persona con quebrantos de salud, lo único que ella recomienda es el huevo, y agrega que “cada paciente, según sea su caso, debe llevar una dieta diferente; pero, si el desayuno va a ser el mismo para todos, se pueden servir alimentos como: avena, cereales, lácteos, huevos o frutas. Estos alimentos dan energía a los cuerpos debilitados, nutren y sustentan el estómago sin que este se sienta pesado. No recomiendo para nada que a los pacientes se les de café”.
Eran las 8:30 de la mañana y los doctores empezaron a llegar, uno de ellos, (alto, moreno y canoso) llamó a Erika; seguido de eso, ella me dijo: “hoy estaremos en el área de pediatría”.
Pasamos una a una cada habitación y la enfermera anotaba los avances o problemas de los enfermos. Verificaba que el medicamento estuviera bien colocado, de no ser así volvía a canalizar a los pacientes y luego se despedía amigablemente. Su forma de tratarlos era dulce y suave, parecía que trataba de decirles con una sonrisa que todo estaría bien.
-Hay pacientes que no solo vienen enfermos físicamente, sino también del alma. Con solo una palabra de aliento puedes mejorar su día- dijo Erika.
-En eso tiene razón y admiro lo mucho que le apasiona su trabajo… Perdón si me desvío del tema (dije mientras caminábamos por un pasillo), ¿no deberían los pediatras revisar a los niños al venir?
-Para eso las enfermeras hacemos una revisión y anotamos. Ellos revisan nuestras notas, y con base de los avances o problemas que se presenten, ellos nos indican qué medicamento aplicar a los niños.
-Entiendo, y no dudo de que ustedes como enfermeras hagan bien su trabajo; sin embargo, creo que no es lo mismo que un doctor lea un informe, a que él personalmente se tome el debido tiempo para analizar al paciente y preguntarle cómo se siente… No sé, quizá se necesite un poco más de cercanía, que los pacientes sientan que el médico se preocupa por ellos.
-Sí, tiene toda la razón, lastimosamente uno no puede decirles cómo hacer su trabajo. La mayoría son así. Algo fríos y serios, pero son buenos médicos créame.
“Son buenos médicos”. Eso está excelente, pero hay una delgada línea entre ser bueno en lo que haces y tener pasión por lo que haces. Erika, como enfermera quizá posee menos conocimientos teóricos que algunos doctores, pero su pasión y amor por las personas, la hacían destacar más que la mayoría.
En una de las habitaciones, se encontraba una señorita de 16 años. Estaba amamantando a un niño, que estaba siendo canalizado. Vestía un pescador de lona, una camisa blanca con algunos agujeros y unas sandalias de hule. Me acerqué a ella.
-Hola, qué bebé tan lindo, ¿cuánto tiempo tiene?
-Mes y medio.
-Qué lindo, aún está muy pequeño. Y cuéntame, ¿vas a la escuela?
-Sí, acabo de salir de segundo básico, aunque aún no sé si seguiré estudiando, por el bebé.
En Escuintla, según un informe de salud de Profamilia, el 20% de las adolescentes que abandonan la escuela es por motivo de un embarazo.
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Foto por: Fenanda Berganza- Joven de 16 años amamantando.
En otra de las habitaciones, al entrar se observaba como un bote de basura estaba lleno, con algunos mosquitos encima (comunes por la lluvia en un lugar cálido) y en el cuarto siguiente, se encontraba un charco de agua sucia, con mucha tierra y lo que parecía ser un lavábamos en construcción. Erika me lo confirmó diciendo:
-Están poniendo un lavamanos allí, pero ya van como tres días que no vienen los albañiles, primero Dios que no lo dejen a medias.
-El hecho de que algunas partes del lugar no estén limpias ¿no afecta la salud de los pacientes?, en el cuarto anterior observé que un bote de basura estaba lleno y ya empezaban a llegar mosquitos.
-Sí, claramente es antihigiénico para los pacientes, y considero que sí puede afectarlos en pequeña escala. Por la basura no tardarán en pasar, ahora este charco no sé porque no lo han limpiado. En ocasiones los encargados de hacer limpieza no la hacen y cuando la hacen, la hacen a medias.
-Y ¿no hay nadie que les llame la atención por eso?
-Hay nena, aquí falta una buena administración, yo creo que ni se dan cuenta.
Dengue, zika, malaria, fiebre amarilla, chikungunya, virus del Nilo Occidental, gusano del corazón, entre otras, son las enfermedades que pueden causar los mosquitos según el Ministerio de Salud.
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Foto por: Fenanda Berganza- Falta de limpieza en el hospital.
Efectivamente, después de la revisión por parte de Erika, el pediatra revisó las anotaciones y le explicó a la enfermera qué medicamentos debía aplicar. Luego de eso, el doctor me llamó y empezó a entablar conmigo una conversación nada adecuada.
-¿Y a mí no me vas a entrevistar?
-Quizá luego, para tener más datos sobre mi tema.
-¿Y tú eres de acá?
-Sí, pero actualmente no vivo acá.
-¿Conmigo no te vas a tomar fotos? ¿tienes novio?
Mi incomodidad era muy notoria, las miradas, el tono de voz y el acercamiento del doctor me mostraban que su intención no era nada buena, y aunque procuraba mostrarme seria, él no dejaba de hacerme preguntas. Agradecí que Erika me llamara para que la acompañara a su siguiente tarea, me despedí del pediatra y la seguí.
-No se asuste, él a veces es así con las señoritas, le gusta molestar- me dijo.
Yo solo sonreí, pero no puedo omitir que el hecho de que el doctor actuara de esa manera tan poco ética podría ser motivo de inseguridad e incomodidad para señoritas en el lugar que quizá él también decidía “molestar”. (Las miradas por su parte, siguieron durante la mayor parte del día).
Erika tomó una carreta llena de medicamentos y comenzó a empujarla, la ayudé hasta llegar a la primera habitación. Ella empezó a preparar una vacuna con diferentes antibióticos. Esperé a que terminara para que no se desconcentrara y luego le pregunté:
-¿Considera que el hospital cuenta con los insumos necesarios?
-No, tenemos lo básico en medicamentos. No son malos y sí funcionan, pero hay medicamentos que podrían tener un efecto más rápido que los que nosotros manejamos. Pero no solo refiriéndonos a medicina, también en maquinaria.
-Usted lleva quince años trabajando acá. ¿Cuál ha sido de las peores experiencias que ha observado como consecuencia de esta falta de insumos?
-La muerte de personas, especialmente de niños, que es con los que más convivo.
-¿Podría contarme más al respecto?
-Si, hay niños, en especial bebés, que necesitan administración de oxígeno y el hospital no tiene máquinas para hacerlo de manera artificial, por lo que muchas veces, a las enfermeras nos toca hacer la ventilación de manera manual, pero eso no se da abasto. Un rato, está bien, pero luego se son necesarias las máquinas. Por lo que cuando esto pasa los niños deben ser trasladados a algún hospital de la Ciudad Capital. El problema es que, en ocasiones no hay ambulancias para trasladarlos o se llama a los hospitales de la Ciudad y nos dicen que no hay espacio y no quieren atenderlos. Entonces, sucede que podemos pasar hasta tres días dándole ventilación manual al niño, hasta que muere. Han existido varios casos así, no entiendo cómo al ver morir a los niños no se preocupan por comprar estas máquinas, se salvarían muchas vidas. ¿Sabes qué es lo interesante? Que el necesitar oxígeno no es un problema serio ni algo de muerte, es algo tan simple que se puede solucionar con una máquina, pero por falta de equipo, los niños terminan muriendo. Y bueno, eso es solo en pediatría. También está el área de emergencia, en donde llegan personas con balas o en estado crítico, y acá no hay el equipo necesario, entonces sucede que o mueren acá, o se trasladan a un hospital de la Ciudad, pero mueren durante el camino en la ambulancia. Son raros los que logran vivir. Considero que, si se tuviera el equipo necesario, no se necesitaría andarle rogando a hospitales de la Ciudad y podríamos hacer un mejor trabajo aquí, salvando a más personas.
No pude evitar sentir tristeza e indignación al pensar en todas las personas que fallecían por causa de las deficiencias del hospital. Me quedé sin palabras, pero con unas enormes ganas de gritarle a las autoridades del país, que Guatemala no es solo la Ciudad Capital, existen 340 municipios que necesitan de atención y calidad en los servicios básicos. No es posible que la población de escasos recursos que no pueden pagar el sector privado de salud, mueran por causas que ni siquiera son graves, por el hecho de que no hay máquinas en los hospitales.
Es notorio como el interior del país depende de la Ciudad de Guatemala. Y no me refiero al presupuesto, porque considero que este se distribuye de una manera justa tomando en cuenta el tamaño y movimiento de cada municipio, Me refiero al control por parte del Estado, verificar que los hospitales del interior estén manejando de manera adecuada el dinero, hacer visitas, velar porque se tenga todo el equipo, etc. Lastimosamente, hay muchos pueblos que son puntos ciegos, donde el Gobierno no controla nada.
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Foto por: Fenanda Berganza
El Ministerio de Salud, cuenta con un presupuesto de Q8 mil 697 millones, presentando un incremento del 20% respecto a lo aprobado para el 2017, correspondiente a Q6 mil 897 millones 96 mil 196. De este presupuesto, Tiquisate recibe Q54 millones 934 mil 940, según un informe de la Contraloría General de Cuentas. En el 2016 el Hospital de la región estuvo a punto de cerrar por falta de recursos, en ese entonces el presupuesto era de Q42 millones.
-¿Cree que el presupuesto recibido por parte del Estado es suficiente para cubrir las necesidades básicas del lugar?, tomando en cuenta que este es de Q54 millones 934 mil 940 - pregunté a Erika.
-Considerando que es un pueblo pequeño, este presupuesto me parece suficiente. Quizá no alcance para todas las mejoras que el hospital necesita, tomando en cuenta el estado en el que se encuentra, pero sí para lo esencial y definitivamente para estar mejor de lo que estamos. El problema es la administración, tenemos una muy mala administración. Ellos jamás le van a dar a uno una explicación de qué se está haciendo con el presupuesto. No se ven mejoras, faltan medicamentos, máquinas y ni siquiera han podido arreglar un lavamanos- respondió.
¿A dónde se va todo el presupuesto?, tomando en cuenta que hay 117 trabajadores en planilla, pero que a pesar de ser una institución pública, la mayor parte de ellos gana incluso menos del salario mínimo, el cual es Q2 mil 992.36 al mes.
-¿Cuál es su sueldo como enfermera?
-Q3,000. Pero yo llevo trabajando aquí 15 años, no todas las enfermeras ganan eso.
-¿Cuánto gana una enfermera normalmente?
-De Q1,800 a Q2,000. Solo los doctores ganan bastante, ellos sí ganan de 8 mil para arriba, según sea su especialidad.
Erika entró en la primera habitación para inyectar a un bebé y aplicar el medicamento. Hizo lo mismo con el resto de las habitaciones.
Momentos después, hablando con Luis Pérez, médico cirujano del lugar, le pregunté:
-¿El Ministerio de Salud estaba consciente de la situación del hospital y de las máquinas y recursos que se necesitan?
-Supongo que sí, ya hace bastante tiempo que no hacen una visita, creo que desde principios del 2017; sin embargo, se les ha trasladado de diferentes maneras las necesidades, pero no se han recibido respuestas.
Las principales necesidades del hospital son máquinas, especialmente de ventilación artificial e incubadoras; medicamentos; pero, sobre todo, una buena administración.
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Foto por: Fenanda Berganza
El día fue avanzando y la temperatura fue aumentando. El reloj marcaba las 12:00 del mediodía y la visita se estaba volviendo difícil por el calor que sentía en el lugar.
-¿Puedo encender los ventiladores?– Pregunté sin conocer la situación.
-Los ventiladores no funcionan desde hace dos meses- me contestó Erika.
Tiquisate es un pueblo caluroso, en donde en los meses de marzo y abril, las temperaturas superan los 40 grados. Según un informe de la Municipalidad, la temperatura máxima que ha alcanzado el lugar ha sido de 42 grados el 10 de abril del 2017. El no arreglar esos mínimos detalles, como lo son los ventiladores, es en parte desconsiderado para los pacientes, que además de estar enfermos, deben soportar el calor del lugar.
Eran la 1:43 cuando llamaron a Erika para que ayudara en ese mismo momento a limpiar y cambiar a un niño recién nacido. ¡No pude estar más emocionada!, fue hermoso. Nunca había visto a un bebé en el momento de su nacimiento. Me olvidé de todo por un momento y me involucré de lleno en el proceso.
A las 3:00 de la tarde, Erika terminó su turno de trabajo. Agradecimos a cada uno de los doctores y a la administración; Yo, me despedí de las pacientes con las que había hablado, prometiéndoles que las tendría en mis oraciones.